Aquellos que se interesan por disciplinas como la Magia y la
Alquimia se han topado en varias ocasiones en sus lecturas o conversaciones con
la enigmática figura del adepto. Y con toda seguridad se habrán hecho alguna de
las siguientes preguntas: ¿Es un operador de prodigios? ¿Es un maestro? ¿Es
alguien que ha alcanzado el final del camino esotérico?
En definitiva, ¿qué caracteriza a ese noble ser que en los
libros esotéricos es llamado adepto?
A través de un escritor y de una obra podremos acercarnos a
su comprensión.
*
Paul Brunton – nuestro escritor- es conocido por sus libros
de viajes a Oriente. Entre ellos destacan especialmente “La India misteriosa” y
“El Egipto secreto” (1), donde encontramos entrevistas a personajes de los más
diversos tipos, pero que tienen la virtud de acercarse a lo paranormal e
incluso en ocasiones a lo propiamente esotérico: Desde encantadores de
serpientes a hipnotistas de personas; de falsos maestros a gurúes auténticos.
En las páginas finales (283 y ss. en la edición que tenemos a
la vista) de “El Egipto secreto”, libro que aquí nos interesa, Brunton relata
un extraordinario encuentro con un verdadero adepto.
Mientras estaba en contemplación en una colina del desierto
percibe que a pocos metros de él hay un
desconocido que comparte la observación del paisaje silencioso. Era de escasa
altura, llevaba un turbante blanco y cuando el desconocido dirige su mirada
hacia Brunton siente sin saber por qué algo así como estar ante un ser
excepcional. Los ojos fueron lo que más le impresionó. “Eran círculos perfectos
grandes y hermosos, de luminoso color, y tenían el blanco tan pronunciado que
daban una profundidad casi sobrenatural a las pupilas negras como el azabache”.
Luego de dos minutos en que silenciosamente se
observan y un extraño mareo de parte del autor, empieza una interesante
conversación. El árabe le indica: “Yo he querido deliberadamente que usted
experimentara esa sensación. Fue mi voluntad que le transmitiera silenciosamente
un mensaje. ¡Y así fue!”.
Le menciona que a veces los caminos de los hombres se cruzan.
Este era uno de esos casos.
El personaje se define como adepto, palabra que prefiere
frente a otras.
“Mi interlocutor me dijo que a voluntad y a cualquier
distancia podía intercambiar pensamientos con sus colegas adeptos; que un
adepto podía usar temporariamente el cuerpo de otra persona, generalmente de un
discípulo, mediante el proceso llamado técnicamente “eclipse”; durante el cual
proyecta el alma hacia el cuerpo del otro, debiendo este otro estar
completamente dispuesto y preparado, y encontrarse receptivo y pasivo”.
Luego de dejar atónito al autor al dar muestras de conocer su
nombre, el misterioso árabe le indica el suyo iniciático: Ra-Mak-Hotep, el cual
más allá de las traducciones que pudieran ofrecer los eruditos, para el adepto significa
simplemente un estado: estar en paz.
“Ahora mi hogar es todo el mundo. Asía, África, Europa y
América. Conozco todas esas tierras y circulo por ellas. Soy oriental solamente
de cuerpo, porque mi mente no es de ningún país en particular y mi corazón es únicamente
de la paz”.
Luego de una hora de instrucción espiritual se despidió.
Ese fue el primer encuentro.
El segundo ocurrió cerca del templo de Luxor. Allí el Adepto
le enseñó a Brunton que los arqueólogos al develar las antiguas tumbas egipcias
liberaron fuerzas de gran peligro para toda la humanidad. La momificación era
una práctica que había degenerado, pues en sus comienzos se aplicaba “sólo a
los reyes adeptos de la edad de oro del Egipto prehistórico, y a los altos
sacerdotes de avanzada espiritualidad que eran verdaderos conductos de Dios,
para que sus cuerpos materiales, impregnados de su santo poder, pudieran seguir
existiendo y sirviendo como focos que irradiasen al mundo ese poder”.
“Preparada la tumba física, invocaban, o hacían invocar por
algún sacerdote bien capacitado a un ente espiritual, creación elemental
artificial, imperceptible para los sentidos corporales, a veces bueno pero más
a menudo malo, para que protegiera y vigilara la momia y actuara en la tumba
como espíritu guardián”. Y después: “Esos poderes eran a menudo sumamente
malos, conminantes y destructores. Existían dentro de las tumbas y podían
seguir existiendo durante miles de años”.
A continuación señalará una amenaza que se cierne sobre el
mundo actual, que nos recuerda a las dadas por René Guénon en alguna de sus cartas (2):
“Cuando el mundo moderno llegue a darse cuenta que en
cierta cantidad de esas tumbas hay encerrados
espíritus malignos quizá ya sea demasiado tarde; porque para ese entonces ya se
habrán abierto todas las tumbas y escapado los diabólicos seres que
aprisionan”.
“Nosotros que nos preocupamos por el bienestar espiritual de
la humanidad, combatimos a esas fuerzas tenebrosas en su propio campo, pero por
leyes de la naturaleza no nos está permitido destruirlas, como tampoco nos está
permitido destruir a los hombres vivos que son peligrosos para sus semejantes.
Nuestros poderes son limitados y nos constriñen a amparar personas e
instituciones con nuestra protección especial”. “Los objetos que son sacados de
las tumbas junto con las momias, tales como escarabajos, joyas, amuletos y
muebles, llevan consigo la influencia de las tumbas”.
En cuanto al tema de la inmortalidad
o al menos a vidas de gran duración, Ra-Mak-Hotep indicará que en Egipto hay
tumbas de adeptos que jamás podrán encontrar los excavadores normales, y que no
son tumbas de muertos sino de vivos, quienes están en un “trance”. Incluso
menciona de un adepto que se encuentra en su tumba desde el año 260 A.C, e
incluso otro de hace 10.000 años. Entre otras características, estos adeptos
trabajan por el progreso espiritual de los hombres y saben todo lo que ocurre
en la superficie.
Por último, una información de
importancia:
“Los tesoros espirituales que
conservan los antiguos adeptos egipcios son transmitidos a los adeptos vivos.
Cuando llegue el momento de despertarlos, el ritual correspondiente tendrá que
ser cumplido por uno de estos últimos”.
Hemos querido usar el encuentro del
escritor Brunton con Ra-Mak-Hotep como base explicativa de lo que sería y es un
adepto, pues nos permite extraer algunas de sus características:
-
1.-Vida
dedicada a la espiritualidad y al conocimiento esotérico
- 2.-Conformidad
en sus actos con la Ley Divina
- 3.-Conocimiento
real de asuntos trascendentes
- 4.-Facultades
paranormales (clarividencia, etc.). Estas pueden o no emplearlas.
- 5.-Contacto
con entidades espirituales, humanas y no humanas.
- 6.-Depositarios
de saberes dados por otros maestros o presencias angelicales o directamente de
Dios.
- 7-Entrega
de enseñanzas a quienes consideren aptos
- 8.-En
muchos casos, son viajeros.
- 9.-En
muchos casos, son solitarios. Alejados de los hombres.
- 10.-Evitan
hablar temas que no digan relación con cuestiones espirituales
- 11.-Pacíficos
- 12.-Su
presencia irradia una luz especial
Sin duda, hay muchas otras
características; pero, las mencionadas y la lectura profunda de los hechos
relativos al encuentro de Paul Brunton con Ra-Mak-Hotep son suficientes para
aproximarnos seriamente a la comprensión de lo que es un adepto.
NOTAS:
1.- “El Egipto secreto”. Paul Brunton, Librería Hachette S.A.,
segunda edición, Buenos Aires, 1957.
2.- Guénon, sin embargo, es escéptico del adepto en cuestión: "Al final del volumen, el autor cuenta su encuentro con un “adepto” (¿?), cuyos discursos sobre el peligro de ciertas excavaciones en las tumbas antiguas nada tienen de particularmente “trascendente”; no queremos ciertamente poner en duda su buena fe, pero nos preguntamos si no habría sido todo simplemente mistificado... (Reseña en Etudes Traditionnelles, noviembre de 1936). Lamentablemente lo dicho por René Guénon en esta ocasión no nos parece muy fundado.
Muy bueno el resumen! Excelente! Muchas gracias por difundir estos aspectos de dificil manejo.
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