Ocurrió cuando tenía entre 19 y 20 años. Vivía con mis
padres en un departamento en la comuna de Ñuñoa. Mi dormitorio era pequeño y
tenía una ventana que daba a un colegio, en el cual había estudiado de 4° a 6°
básico. Existía una pequeña biblioteca dispuesta sobre unas maderas colgadas en
una pared y un armario, donde se guardaba no solo la ropa sino carpetas y
libros.
En el cielo de la pieza existía una lámpara de un material
como papiro y con un dibujo de un ojo que había sido regalada a mi padre por un
lama tibetano de nombre Khempo Dorgzon Rimpoché, si mal no recuerdo el primer
lama que visitó Chile, y con el cual nuestra familia tenía mucha cercanía, pues
mi padre es budista y fue de los organizadores en traerlo. Cuando fue al
departamento el lama hizo una especie de “bendición” y regaló esa lámpara.
Era de noche y mi amigo BS, al cual ya me he referido en
este sitio (aquel que me llevó donde Eduardo Otarola, mi primer maestro en
Magia) efectuaba una visita, para contarme sobre sus estudios en el instituto.
En algún momento cambió el tema y me dijo que
había aprendido una técnica para comprender que todas las cosas tenían
vida. Consistía en mirar la pared y “nublar” la vista. Luego de un rato uno
empezaba a darse cuenta que la pared vibraba. Y realicé la enseñanza para
obtener muy pronto resultado. Luego de
eso, ALGO pasó pues sentí una presencia invisible en la pieza. Esta se hallaba
cerrada y mis padres dormían. Por alguna rara idea, pensé que esa presencia
podía localizarse en el ángulo superior oriental del armario, ya que allí vi
una extraña luminosidad.
Lo que sucedió después fue sorprendente y hasta el día de
hoy me estremezco al recordarlo.
BS y yo al mismo tiempo dijimos lo mismo: “¿sientes?”. Y yo
para no generar una especie de paranoia
o sugestión le señalo a mi amigo que dicha presencia no era mala…
Mi ex compañero de clases del colegio y del liceo me dice
que se pondrá “en trance” para saber quien o quienes estaban en la habitación.
Yo sorprendido observo como BS se coloca en una postura
semejante al medio loto y cierra los ojos. Miro al armario y la luz toma más nitidez.
Empiezo a sentir miedo.
Luego abre los ojos mi amigo y me pregunta donde queda el sureste
de la habitación. Le respondo que en el armario
y me dice que es allí, en ese lugar que en terminología esotérica se
llama Portal, de donde emanan los seres que vio. Me indica que un Portal es la
entrada y salida a otras dimensiones y
que casi todas las casas o departamentos tienen, y que no es raro que sea el
armario. Me cuenta que observó seres “blancos y grises”, a lo que le replico
que si bien me imagino que los primeros son buenos, nunca había escuchado sobre
los segundos. Contesta que son seres amorales,
lo que yo agrego nietzscheanamente que están “más allá del bien y el mal”.
Como la presencia se hace muy fuerte e incómoda, BS reitera
su procedimiento para entablar contacto.
Luego de cinco minutos, y ya con los ojos abiertos, me
señala:
-
Quien está aquí me dijo que se llama “El que rige
los secretos del Gran Abismo”. Ante mi
pregunta qué hace aquí, me respondió que
simplemente “observaba”.
En esos momentos, un elemento se incorporó al clima extraño
y denso: La lámpara tibetana, sin mediar una ventana o puerta abierta, empezó a
balancearse…
No puedo negar que sentí miedo.
El vaivén cada vez se hizo más intenso y con BS nos
mirábamos con asombro.
Fue en ese instante que mentalmente solicité que todo
acabara, pues no me estaba agradando.
En pocos segundos, el movimiento de la lámpara baja y cuando
termina también la luminosidad del armario se acaba… También la sensación de
que alguien nos observaba declina, por fin.
Extraordinariamente, luego de minutos de gran tensión todo
vuelve a la normalidad, y tal como se inició, los dos decimos la misma palabra:
-¿Sientes?
Una leve sonrisa esbozamos y comentamos todo lo sucedido ya
más calmos.
BS me pide un papel y lápiz y hace un dibujo muy simple. Me
dice que así es el misterioso ente que estuvo junto a nosotros hace un rato.
Era un rostro con diamantes o una figura similar por ojos y con un turbante
oriental. (A veces pienso en ese personaje del cual habla Lovecraft, el loco
árabe Abdul Alhazred…).
¡El es “El que rige los secretos del Gran Abismo”!
Mi amigo me pregunta por la ahora, pues debía ir a su hogar.
Le indico las 12:10 pm. Se ríe y me dice:
-Sí, es lógico que esto haya ocurrido pues todo acaeció en
el umbral que va de lunes a martes, y los martes como los viernes son los días
de los brujos y lo “paranormal”.
Mi amigo se despidió.
Como dato final debo agregar que en esa pieza solían ocurrir
hechos extraños… y casi siempre relacionados con el armario.
Un amigo rumano que vino a Chile por un mes y a quien por solicitud
mía mis padres le prestaron el
dormitorio (yo ya estaba casado y vivía en otra comuna), un día me preguntó qué
había en el armario. ¿Por qué le pregunté? Me contó que de allí provenían
extraños ruidos, que le impidieron dormir bien una noche.
Sonreí y le conté esta historia…