A mi abuela Marina, ejemplo de lo mejor de la mujer
chilena.
I.- UN RELATO DEL SUR CHILENO
Lo que relataré a continuación me fue narrado por alguien
que siempre he admirado: mi abuela materna, Marina Thompson Molina. Fue una mujer de un coraje y un deseo de
aprender increíbles. La verdad es que pocas veces he conocido a alguien como ella.
Vivió inicialmente en el sur, en lugares como Concepción,
Hualqui y Coronel, para luego venir a la
capital. Coronel, a inicios del siglo XX
era un pequeño pueblo sumamente pobre y dedicado casi en exclusivo a
actividades como el carbón y la pesca. No era raro que hubiera muertes de
hombres al interior de las minas, ya sea por el gas grisú o accidentes por
explosiones. Los pocos niños que iban al colegio lo hacían en su mayoría
descalzos, las mujeres trabajaban en casa intentando maximizar la precaria
economía, y los hombres mayores laboraban al menos doce horas diarias en
condiciones precarias y de inseguridad. En ese ambiente de descontento social no
era raro que el comunismo y de la mano el ateísmo dominaran. Mi abuela era
sumamente católica y fue la que llevó la “Acción Católica” a ese pueblo, en
medio de amenazas de los dirigentes de los trabajadores y miradas de sospecha de parte de los demás.
Había que ser muy valiente para movilizar a las mujeres en un tiempo de
machismo, y para enfrentar a las huestes de comunistas que detestaban todo lo
que “oliera a curas”. Pero la voluntad de mi abuela era gigantesca y de a poco
empezó a “cristianizar” a la gente. Tímidas primeras algunas mujeres se le
acercaron, luego se logró traer a algún
sacerdote para que hiciera misa los domingos, y con el tiempo varios hombres se
sumaron a las actividades de la “Acción Católica”. Con el paso de los años mi
abuela se fue decepcionando de algunas ideas del cristianismo católico y se
interesó por el Hinduismo y por temas como la Ufología, aunque siempre amando a
Jesús y respetando a la Virgen. El tema
del dogmatismo y el “estrechismo mental y cultural” de varios sacerdotes eran
cosas que le desagradaban. En toda actividad que realizaba daba lo mejor de
ella y destacaba en los grupos por su fuerte carácter. Por ella corría sangre
de pueblos duros: escocés (Thompson) y español (Molina). En
tiempos que pocas damas se atrevían se separó de su marido para sacar adelante
a sus tres hijas, trabajando toda la noche “costureando”.
Por eso no dudo en lo que me contó y que ella haya tenido esa fuerza interior
para enfrentar una fuerza sobrenatural.
La historia comienza cuando ella estaba en su casa (de
Coronel o Hualqui, no recuerdo bien el lugar, pues esto lo narró cuando yo
debía tener unos 8 a 10 años). Estaba
sola en la cocina. Sin saber el porqué se puso a observar una pequeña grieta
en el muro, la que de improviso empezó a
crecer. Lo que era pequeño, como una moneda de peso se agrandó para formar un
radio no inferior al tamaño de la cabeza de un adulto. Desconcertada observaba ese extraño fenómeno
de crecimiento cuando de ese orificio empieza a asomarse un ¡perro negro!… Este irá adquiriendo proporciones enormes y,
sin preámbulo, se lanza hacia mi abuela.
Al lado de ella había un cuchillo carnicero, que toma rápidamente y dirige
hacia la bestia que se lanzó sobre ella. En su acción de defensa, mi abuela atacó
la parte izquierda de la cabeza del animal, hiriéndolo gravemente, lo que
provocó que este huyera por el mismo lugar de donde provino…
Y la grieta que había devenido en algún momento en una
entrada notable, volvió a su estado original, de mera fractura.
A los pocos días mi abuela estaba en una feria libre,
comprando cosas para preparar la comida. Al ver a un hierbatero, se acercó a su
puesto, porque pensó que podría hallar algo para su malestar de migrañas. Al
hablarle el hombre se sobresaltó… Mi abuela extrañada por su actitud lo miró
fijamente, lo que incomodaba al hierbatero. Entonces se dio cuenta que se
tapaba el costado izquierdo de su cabeza. Mi abuela, sin más, le ordenó que se
mostrara, lo que el hombre no quiso hacer. Pero, como mi abuela no tenía miedo de
nada ni nadie (salvo a Dios), le tomó la mano que cubría su cabeza... y pudo
ver algo increíble: ¡que tenía un gran corte en su oreja, provocado sin duda
por una herramienta o arma muy afilada!
Cuando le pregunté cómo se explicaba lo anterior, me dijo
que ese hombre era un brujo. Y los brujos poseen “el don” de transformarse en
animales a voluntad. También me enseñó que no es raro que estos trabajaran en
labores independientes y cercanas al conocimiento de la naturaleza, como precisamente
la de hierbatero.
II.- SINCRONISMO
Este sábado 30 de agosto de 2014 estaba recordando este
relato. Y pensé que sería interesante plasmarlo en un breve escrito. En la
tarde, aproveché de empezar la lectura de un libro que compré por internet y
que me había llegado solo el día anterior. ¡Grande será mi sorpresa al leer el
primer cuento de dicho libro, pues mencionaba también un caso que en parte se
vincula con lo vivido por mi abuela!
El libro se llama “Jumbee y otros relatos de terror y vudú” (editado
en España por mi querida Valdemar, el año 2001) y es de un corresponsal del
escritor H.P.Lovecraft. Había leído algunas referencias sobre esta obra que hicieron que me interesase especialmente y
hacía casi dos meses que compré un libro en inglés que incluye sino todos,
muchos de sus relatos: “Voodoo Tales. The Ghost Stories of Henry S. White” editado por Wordsworth Editions. Pero, al
saber que el libro estaba en español, no dudé en buscar por internet un sitio
web donde pudiera obtenerse, cosa que realicé victoriosamente unas semanas
después.
El autor es el sacerdote Henry S. Whitehead quien pudo
conocer la cultura, religión y costumbres de las Islas Vírgenes. En este tema
es considerado un erudito y en sus relatos plasmó tal saber de forma de
escritura de horror. Mientras Lovecraft dudaba de lo preternatural, Whitehead
no solo lo creía sino que… lo había vivido.
El relato al cual me refiero es el que da origen al nombre
del libro de la edición española (“Jumbee”) y en una parte menciona algo que captó inevitablemente mi atención.
“Había desaparecido por completo…y, señor Lee, un pequeño
perro blanco más o menos del tamaño de un caniche francés, subía los escalones
a saltos directamente hacia mí. Con cada salto que daba, un escalón a cada
salto, el perro aumentaba de tamaño. Parecía hincharse frente a mis ojos.
“En aquel momento estaba, ciertamente, asustado;
completamente aterrorizado. Sabía que sólo con que el “el animal” me tocase,
podía darme por muerto. La vieja era un “sheen” (chien, por supuesto). Ya habrá oído usted hablar de la licantropía,
por supuesto: la metamorfosis de hombre a lobo. Bueno, pues ésta era una de sus
variedades. No sé cómo debería llamarse. “Canicantropía”, quizás. No lo sé,
pero desde luego se trataba de algo… algo relacionado, como un primo lejano de
la licantropía, y en una escala inferior, señor Lee. ¡La vieja era una
Mujer-Perro!” (“Jumbee y otros relatos de terror y vudú”, Op. Cit, p.15).
Jung habla de un fenómeno al cual llamaba Sincronicidad.
Esto que acababa de ocurrirme cabía perfectamente en tal definición…
III.- OTRAS REFERENCIAS AL TERIOMORFISMO
Con el paso del tiempo he ido comprendiendo que lo ocurrido
a mi abuela es algo bastante “frecuente” en el campo chileno y argentino. Y que
incluso se conoce en otros lugares del mundo.
Este fenómeno de transformarse un hombre en bestia es llamado Teriomorfismo.
La Licantropía (hombres que devienen lobos) es una especie de Teriomorfismo.
Chamanes, brujos y magos pueden hacerlo a voluntad.
Respecto a los brujos, el investigador Felix Coluccio dice: “No siempre adoptan la forma humana,
pues uno de sus poderes mágicos es el de transformarse en lo quieren;
generalmente es un perro o gallina negra, el cuervo o la lechuza…” (“Diccionario de creencias y
supersticiones. Argentinas y americanas. Tercera edición, Ediciones Culturales
Argentinas, Buenos Aires, 1990, p.59).
En ciertas zonas de México a los brujos que se transforman en perro, se los llama “Uay
pek” (perro-brujo). En Centroamérica está la creencia en el “Nahual” y
también en el “Cadejo” (un hombre que se transforma en un perro).
En Argentina se cree que el séptimo hijo si es varón será “Lobizón”
(hombre lobo). Como dato anecdótico, digamos que esta superstición ocasionaba
la muerte de alguno de éstos pues los vecinos temían que ese niño al crecer se transformase
en lobo y los agrediera, por lo que desde inicios del siglo XX el
Presidente argentino apadrina a este niño, como una forma de protegerlo. El
Presidente Perón a través del Decreto 848 le dio fuerza legal a esta costumbre,
estableciendo el otorgamiento de becas a favor de los séptimos varones.
Una situación especial es la de los Chonchones o Tue-Tue,
creencia chilena que define a unos brujos que salen a volar transformados en
ave, pero conservando el rostro humano.
No deja de ser curioso que ciertas representaciones del famoso Drácula
sean idénticas. Se debe no confundir a los Chonchones con el Pihuchén, pues
mientras el primero es un brujo transformado en animal, el segundo es un
ave-vampiro. El grito de este brujo-ave es “tue-tue” y anuncia una futura
desgracia para el oyente.
Otro caso que podemos recoger del folklore chileno sobre
humanos que se transforman en animales es el de la Calchona: horrible bruja con
forma de oveja que, sin embargo, conserva el rostro de mujer.
IV.- CONCLUSIÓN
Los Magos tienen facultades que les permiten la modificación
de la realidad, a través de ciertos procesos y herramientas que el vulgo
desconoce y que son entregados generalmente de maestro a discípulo o en algunos
casos por sus propios estudios y prácticas. Por ello, les sería posible la transformación en
animales u objetos.
Debido a lo esotérico de las enseñanzas de los brujos, los
profanos no saben exactamente qué medios
emplearían para lograr semejantes hazañas.
Como en el caso de las brujas que
volaban para asistir a los aquelarres, no hay duda que se utilizaría ciertas
plantas y hierbas, además de palabras mágicas o de talismanes.
Pero, si no hay fe ni voluntad ni siquiera el talismán más
poderoso serviría. Que esto lo tengan presente los amantes de lo Arcano.